El gran barbón, hinchado, ejecuta su danza, sacudiendo espasmódicamente las alas; la hembra lo rodea, estimula con el pico la cloaca de su compañero, se preparan para la cópula...
Pero esta escena fue la temporada anterior, cuando la tierra de campos era justo eso. En el último año maquinaria pesada ha ultrajado los caminos y sembrado de interminables hileras de placas solares y gigantescos molinos lo que fue un mosaico de tierras cerelistas y leguminosas salpicado de casetos de labranza y testimoniales majuelos. Tras la transformación agrícola que a finales del último siglo provocó cambios drásticos en las poblaciones de aves ligadas a estos medios, llega ahora una transformación aún más radical en la que los protagonistas ya no son los agricultores con su cada vez más moderna maquinaria, sino grandes empresas. Y así entendidas las energías renovables acabaron con los gigantes de la estepa. Ya no existe esta zona de celo en el borde de distribución de la avutarda, qué diría de todo ello un tal Don Quijote...